Cuáles son las serpientes más venenosas de México
Las serpientes de cascabel
La característica de esta serpiente que pertenece al género de los Crotalus, es precisamente el cascabel que trae al final de la . Lo utiliza para simular un gusano y de esa manera atraer a sus presas. La cascabel habita principalmente en climas secos, pero también se le encuentra en bosques, en terrenos arenosos y en las costas. Su mordedura afecta los tejidos y puede ser letal para los seres humanos, si no son atendidos con prontitud.

La serpiente nauyaca terciopelo
La serpiente nauyaca terciopelo pertenece a la de los viperinos que cuenta con largos colmillos huecos, aunque también se le menciona en la familia de los crotálidos. Su veneno produce náuseas, vértigo, ceguera, problemas para articular palabras, shock e incluso la muerte. Habita en los climas tropicales de Chiapas y el sur de Tamaulipas, pero también se le puede encontrar entre los plantíos de caña de azúcar. Las nauyacas son causantes del mayor número de mordeduras en México.

Las serpientes coralillos
La serpiente coralillo pertenece a la familia de las elapinas y su veneno es muy tóxico. Su mordedura no suele provocar síntomas inmediatos. Pero al cabo de unas horas, su ponzoña provoca convulsiones y paros respiratorios que, de no atenderse a tiempo, provocan la muerte. Se distinguen por tener un cuerpo delgado y de aproximadamente 30 centímetros, con anillos en colores brillantes: negro, amarillo y rojo. Habitan en áreas desérticas, rocosas, arenosas y al pie de los sahuaros o cactus.

La serpiente cantil o mocasín

La serpiente mexicana que nadie vio en 78 años

Durante 78 años nadie supo de ella, e incluso su existencia fue borrada de la lista de especies de reptiles que hay en el mundo. Pero una expedición reciente a Isla Clarión, en México, la reencontró.
Se trata de la serpiente nocturnaHypsiglena ochrorhyncha unaocularus, una nueva especie de culebra endémica de la isla más alejada del territorio mexicano y que durante casi ocho décadas nadie se había dado cuenta que allí estaba, en un pequeño hábitat entre rocas volcánicas.
La historia de su redescubrimiento es "detectivesca", y representa un ejemplo exitoso de una investigación científica hecha con un equipo integrado de forma heterogénea, le dice a BBC Mundo Juan Esteban Martínez Gómez, investigador del Instituto de Ecología (Inecol) y uno de los organizadores de la expedición que reencontró a la serpiente.
"Es un mensaje de aliento, un ejemplo de que las islas todavía guardan tesoros por descubrir en forma de biodiversidad", explica.
El valor del descubrimiento es mayor por el momento en que ocurre, cuando México registra un acelerado deterioro de su patrimonio natural y el número de especies en peligro de extinción aumenta.
Es, también, el fin de una paradoja: la serpiente siempre vivió en la isla mexicana. Pero nadie pudo verla.
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